martes, 10 de marzo de 2009

Varolización, el antecedente de la vacuna







En el año 1.000 a. de JC, en la India, se inoculaba a sujetos sanos con el material procedente de las pústulas de los enfermos de viruela, con la intención de conseguir una protección frente a la enfermedad. La experiencia demostraba que la infección transmitida era infinitamente menos mortífera que la enfermedad.

Lady Montagu fue una de las mujeres más cultas del siglo XVIII. En 1715 contrajo matrimonio con un miembro del Parlamento inglés y poco tiempo después su marido fue nombrado embajador ante la Sublime Puerta, nombre con el que se conocía en ese momento al Imperio Otomano. La estancia en Constantinopla fue muy breve, apenas estuvieron dos años, tiempo durante el cual la embajadora entabló relaciones cordiales con el sultán otomano.
Lady Montagu fue una de las primeras occidentales que tuvo la oportunidad de penetrar en el harén del sultán y, en contra de lo que pudiera pensarse a priori, llegó a la conclusión de que las damas turcas eran, en algunos aspectos, más libres que las europeas. Afirmó que el hecho de tener que ir siempre con velo les permitía ir y venir sin ser reconocidas, y que Mahoma hubiese afirmado que había para ellas un paraíso distinto al de los hombres “no tenia que ser forzosamente menos agradable”.
Durante su estancia descubrió la variolización, técnica que los otomanos habían importado de la India. La propia lady Montagu describía la técnica en una carta a una de sus amigas:

“…una anciana llega con una cáscara de nuez llena de materia del mejor tipo de viruela y pregunta qué venas te gustaría te abriera. Inmediatamente, rasga y abre la que le has ofrecido con una aguja larga (que no produce más dolor que un rasguño) y pone en la vena tanto veneno como cabe en la punta de la aguja y después venda la pequeña herida con un trozo hueco de la cáscara (…) todas estas heridas dejan pequeñas marcas. Los pacientes jóvenes o niños juegan juntos durante el resto del día y tienen perfecta salud hasta el octavo día. Entonces comienza a subirles la fiebre y están en cama durante dos días, a veces tres y… a los ochos días están como antes de su enfermedad. Caña año, miles de personas se someten a esta operación (…) y no hay ejemplo de nadie que haya muerto en la operación y créeme estoy tan satisfecha con la seguridad del experimento que pretendo intentarlo en mi propia hija…”.

En efecto, cuando lady Montagu regresó a Inglaterra variolizó a su hija de diez años. Sin saberlo, contribuyó a la aparición de la primera vacuna, muchos años antes de que se descubriera la existencia de los microorganismos. A pesar del éxito, la variolización se encontró con una fuerte oposición entre los médicos y científicos ingleses de la época, por lo que su difusión fue muy escasa.

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